sábado, 17 de diciembre de 2011

Mercadillos de Navidad




       Ha empezado la cuenta atrás para la Navidad.
       En EEUU ya se ha celebrado el día de acción de Gracias. En Europa viven de manera muy especial los días de Adviento y los niños disfrutan de sus calendarios con ventanitas repletas de chocolates y sorpresas.
       Las calles de muchas ciudades europeas se transforman en mercadillos de cuento donde se disfruta de una verdadera magia navideña. Adornos, comida, artesanía, música, dulces, belenes, luces...Ambiente familiar y navideño para cualquier edad -un buen gusto entrañable- que se empieza a disfrutar desde la penúltima semana de Noviembre.
        Me encanta ver cómo se vive de una manera tan especial la llegada de la Navidad. Siento pena por la pérdida de espíritu que se vive en nuestro país desde hace unos años, donde sólo importa las compras compulsivas y dónde los niños piensan que los Reyes Magos tienen un primo que se llama Papá Noel que les ayuda a repartir regalos.
         Por ello, todos los años procuro escaparme a uno de estos mercadillos tan maravillosos.
Estoy enganchada a los de Alemania. El olor a Lebkuchen -pan de jengibre - y glühwein -vino caliente- hacen que sienta que ya empezó la Navidad.
         Es importante que no confundamos el término "mercadillo" con baratijas de chinos. Son puestos muy cuidados y regulados en su mayoría para asegurar la venta de productos artesanos y de calidad. Son toda una tradición.
         Sus puestos de salchichas y glühwein están llenos desde por la mañana. Algunos cuentan con carpas cuidadosamente decoradas para poder comer o cenar de una manera muy acogedora .Sus mesas con calefactor y mantita individual hacen que uno se sienta mimado.
          Las opciones de comida suelen ser desde deliciosos - y calóricos-  platos clásicos alemanes hasta ostras Gillardèu, pasando por "chuches" como la deliciosa flammküchen – masa de pan con crema ácida, cebolla y beicon- que para mí es imprescindible. Y de beber, cerveza abundante, rieslings agradecidos e incluso champagne. Todo un lujo a pie de calle.

         Algunos de mis favoritos son:

        
1- Múnich
. A los pies de su espectacular ayuntamiento,  en Marienplatz, este pequeño mercadillo ofrece la estampa más navideña de la ciudad. Tomar un bretzel –lazo de pan con sal- y un vino caliente es lo ideal para disfrutar del mágico momento en el que el Carrillón Glockenspiel empieza a girar sus figuritas al son que marcan sus campanas.
          Otro capricho es subir la escalera de caracol de la Rathaugturm – torre del ayuntamiento – donde está el museo del juguete. Recomendable para todos los que seguimos siendo un poco" niños".
          Sólo un consejo más: evitar esta visita en fin de semana. Pierde todo su encanto con la avalancha de turistas que suele haber.
                                                  
                                                     
       2-Nuremberg
- Christkindlesmarkt - Se encuentra en la plaza vieja de la ciudad .Siguiendo el olor a pan de jengibre, manzanas y salchichas se da con él fácilmente.
         Imprescindible en este mercado probar las pequeñas y famosas Núremberg bratwurst a la parrilla. Comérselas en un bollito con un poco de mostaza es todo un vicio. Otra opción es sentarse en las mesas corridas del restaurante Bratwurst-Häusle.
Junto a él está el Kinderweihnachmarkt, el mercadillo para niños. Merece la pena ver su carrusel y su trenecito.





        3- Colonia
. Esta ciudad cuenta con unos 8 mercadillos. No hay excusa para aburriese.
Los más populares son el de la catedral, coronado por un enorme árbol de Navidad, y el de la plaza vieja, donde la diversión está asegurada en su pista de patinaje.
Tomarse aquí una deliciosa y potente cerveza k’olsh es imprescindible y tan divertido como patinar. En Peter Brauhaus la hacen ellos mismos y hay un gran ambiente.
                                      
        
4-Augsburg
.  El Christkindlesmarkt de esta ciudad bávara es de los más antiguos y famosos de Alemania. Con más de 500 años, este mercadillo es perfecto para los coleccionistas de piezas de belenes y para comprar adornos en madera, todo ello artesanal.
          Merece la pena la cervecería Ratskeller, en los bajos del ayuntamiento, su flammküchen es deliciosa y, acompañada con un buen riesling, mejor.
                                            
         5-Berlín
. En una de las plazas más bonitas de la ciudad se ubica el Gendarmenmarkt. Fantásticos puestos donde comprar un poco de todo, hasta sombreros tiroleses.
           Para comer, en las preciosas carpas – restaurantes, se puede elegir entre ganso, schnitzel – escalope -, flammküchen, ostras o deliciosas tartas.
            Aquí nunca olvido comprar uno de mis vicios, el Baumküchen - deliciosas capas de bizcocho horneado – cubiertas de chocolate habitualmente.
          Recomendable también el mercado de Schloss Charlottenburg
.
                                              

          6-Dresden. En esta fotogénica e histórica ciudad está el Striezelmarkt, otro cuidado mercadillo.
            Cuna del clásico dulce navideño Stollen – pan dulce hecho a base de mazapán y frutas secas – perderse por esta impresionante ciudad es la mejor opción.
           Cuenta con tabernas típicas en los alrededores del mercado donde probar el tradicional ganso asado acompañado de lombarda y bolas de patatas.

                                                

            7-Bernkastel. Este pueblo a orillas del Mosela es el escenario ideal para vivir nuestro propio cuento. En su pequeña plaza se encuentra el mercadillo que se va diseminando por sus idílicas callejuelas.
               Y después de los paseos y compras, una copita de riesling. Cerca de la plaza dos sitios con impresionante carta de vinos: Riesling Haus - también vende adornos monísimos – y Doctor Weinstube.

                                                  
          
8-Trier. A las puertas de la zona vinícola del Mosela se encuentra esta ciudad, la más antigua de Alemania. Un mercadillo mezclado con vestigios romanos y a la sombra de la impresionante catedral de St. Peter se convierte en visita obligatoria.



                                                       

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